El uno es uno mismo. El dos es el otro. El tres podría ser y estar en lo relacional.
Entre dos personas existe la relación. Si hay respeto hay movimiento y distancia suficiente para que cada uno pueda moverse en dirección a su Ser , pero si la cuerda que los une es fija y tensa se ocupa el espacio del otro y se alcanza la inmovilidad.
Una persona se relaciona con otra y con la relación que hay
entre las dos.
El tres de ninguna manera debería ser fijo debido a que lo
que ata es lo negativo. El espacio que queda enganchado es lo que ha sido atado. ¿Y por qué nos enganchamos? Por apego o por aversión. Ocupamos y mermamos capacidad y
posibilidad.
El tres debería ser un movimiento sin ataduras. El tres sería entonces un punto por encima de nosotros que nos permitiría ascender a una mejor calidad de acción.
Si nos enganchamos, la posibilidad de Ser desaparece. Cuando desaparecemos, hacemos. Ese hacer no es un hacer natural porque la naturaleza es corrupta en
el espacio ocupado y de lo que “es” se pasa a lo que “parece ser”. La máscara,
la mentira, la actuación, la falsa compasión, la identificación.
Lo que “parece ser” es algo
generado con dependencia y algo generado con dependencia no tiene la
Naturaleza de la originación, o sea que no es natural ni original. Se fabrica y
necesita ocupar un espacio. Si uno no siente lo que es en sí mismo no puede ser
ante los demás porque desconece quién es. Si uno está ocupado no puede reconocer-seR.
Para relacionarse con libertad el cuidado ha de estar en la palabra. La palabra encarna el pensamiento y el acto. Nuestra capacidad es la de bajar la Palabra y convertir el Acto en transparencia del
Pensamiento. Cuando no se depende hay vacuidad interior que es claridad y
sabiduría. Entonces Uno es transparente y silencioso hasta que la palabra pueda
ser acto.
Ser y hacer, antes de esa transparencia, no pueden convivir. Hay que elegir y soltar.
Relacionarse de una forma es ser y relacionarse de la otra, hacer.
La costumbre sustituye al pensamiento y por tanto a la palabra
que es el logos. Lo aprendido ocupa el lugar de la reflexión y de ese modo la
libertad del pensamiento es condicionada. Lo aprendido anula la
posibilidad de la libertad. Lo aprendido hace todo previsible y nos lleva a
hacer. Hacer en vez de Ser. Lo aprendido mata la libertad de lo relacional.
Mentiras y máscaras.
¿Somos seres atados a nuestras vanidades y rodeados de seres
capaces de activarlas? Parar podría ser vaciar y vaciar podría ser renuncia. Renunciar sería entonces
atreverse a lo nuevo y dejar de estar hambrientos.
Si no hay verdad, no hay Ser.
Inma Ibáñez