Las
experiencias en sí no son la realización, pero si permanecemos libres
de apego a ellas se convierten en lo que en realidad son, es decir, materiales
para la realización.
El Dalai Lama dice:
Si intentas dominar
tus motivos egoístas, ira y demás, y cultivar más amabilidad y compasión hacia los demás, en último término tú mismo te beneficiarás más de lo que te
beneficiarías de otro modo. Por
eso digo a veces que el egoísta sabio debería practicar de esta
manera. Los egoístas necios siempre están pensando en ellos mismos, y el resultado
es negativo. Los egoístas sabios piensan en los demás, ayudan a los demás tanto como pueden,
y el resultado es que ellos también se benefician.
Los
maestros nos dicen que hay un aspecto de nuestra mente que es su base
fundamental, un estado llamado «la base de la mente ordinaria». Funciona como un almacén en el que las huellas de
acciones pasadas causadas por nuestras emociones negativas se conservan como
semillas. Cuando se dan las condiciones adecuadas, estas semillas germinan y se
manifiestan como circunstancias y situaciones de nuestra vida.
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